Las quemaduras alteran las características de la piel, por lo que una piel quemada ha de ser sustituida. Las técnicas para la obtención de piel son los injertos, los colgajos y los expansores.
Los injertos pueden ser de piel parcial o de grosor total. Para las zonas de movilidad como el labio es necesario que la piel sea de grosor total y se obtiene normalmente de detrás de la oreja, del antebrazo etc. Tiene más elasticidad que la parcial y mejores características.
Los colgajos llevan tejido vivo del propio paciente de un lugar a otro. Un tipo particular de colgajos son los producidos mediante la expansión de tejidos. La expansión de piel equivale a un embarazo localizado: se coloca debajo de la piel una bolsa de silicona que lleva una válvula a través de la cual se inyecta suero y se va expandiendo progresivamente durante un mes aproximadamente. La piel sobrante se utiliza para sustituir a la piel dañada o a las cicatrices. En muchas ocasiones podemos utilizar la piel de alrededor para cubrir o donar piel sana a la zona alterada, se denomina colgajo de piel y los hay de múltiples formas y tipos.
Dentro de las secuelas de las quemaduras diferenciamos las estéticas y las funcionales.
Las funcionales son prioritarias pues interfieren la vida normal. En este caso merecen especial atención las oculares, párpados, labios, manos y genitales.
Las secuelas estéticas no dejan de tener importancia por lo que toda reparación debe cuidar este aspecto, teniendo en cuenta, sobre todo, las repercusiones que pueden acarrear en el desarrollo emocional y psicológico en las edades tempranas, y los transtornos personales y sociales en jóvenes y adultos. Por otra parte, la quemadura que afecta al pecho entraña problemas de carácter especial en niñas si altera el crecimiento del pecho o el desarrollo de la aréola y /o del pezón: en este caso inutilizaría el mismo para la lactación.
Como es obvio cada paciente es único por lo que el tratamiento posible ha de ser valorado individualmente